EL SEXOSERVICIO, SU ÚLTIMA OPCIÓN

¿Alto?, ¿Educado?, ¿Sobrio?, son las preguntas que todos los días se hace Pilar cuando ve a un cliente.
El nombre no te quita la reputación, relata en esta crónica

Hilda Aguilar| Coatzacoalcos

Oscuras, vacías y frías son las calles de Coatzacoalcos que la rodean, restos de basura, automovilistas a toda velocidad e infinidad de hombres ebrios se convierten en el pan de cada día para Pilar, sexoservidora de 55 años.
Madre soltera de tres hijos, todos mayores de edad, a quienes no ve desde hace más de dos años.
A partir de las cinco de la tarde comienza todos los días una nueva aventura, sin saber qué tipo de cliente le tocará esta vez, o a que se enfrentará cada noche.
¿Alto?, ¿Educado?, ¿Sobrio?, son algunas de las preguntas que Pilar puede hacerse a la espera de un nuevo cliente, en ocasiones prefiere no aturdir su mente y leer un buen libro, incluso revisar facebook y reírse con graciosas publicaciones y hasta frases motivacionales.

Pilar luce un vestido entallado, unas zapatillas bajas para su comodidad, y un peinado sencillo, describe que desde muy temprano se levanta todas las mañanas a preparar el desayuno, o bien, decide ir por frutas frescas al mercado para ella y su madre con la que actualmente vive.
Caminar por las calles como cualquier otra persona ha sido muy simple para Pilar, pues no le pasa por la cabeza sentirse avergonzada por su oficio, el más antiguo del mundo.
Por las tardes continua con sus actividades como toda ama de casa, ya sea las labores domésticas, preparar una rica sopa, lavar la ropa, incluyendo una buena charla con las vecinas. Sin duda la mujer se ha convertido en una de tantas que han logrado romper el estigma de cómo se supone que es una trabajadora sexual, ya que ella sigue cultivandose de conocimientos y estudios.
“De niña no fue fácil tener un bonito juguete, los zapatos de moda, o simplemente tu dulce favorito, me tocó compartir lo poco o mucho que me daban mis papás con diez hermanos más”, mencionó mientras se acomodaba en su área de trabajo en el malecón antiguo.


Su vida de niña no fue como cualquier otra, padeció más de lo que gozó. En su adolescencia las amistades y el círculo en el que ella se desarrolló no fueron los mejores.

A pesar de eso, en algún arranque de desesperación y lucha de supervivencia decidió aventurarse a Taiwán con su ex pareja y padre de sus hijos, a quien conoció en esta ciudad porteña, siendo un joven turista.
En su proceso descubre su fascinación por los idiomas y aprendió a hablar Chino Mandarín. A sus escasos 25 años comenzó a trabajar en restaurantes, donde reconoció que el trabajo era pesado y demandaba mucho tiempo. Cuando se enteró que estaba embarazada de su primer hijo, continuó en su trabajo con mucho esfuerzo hasta que con el paso del tiempo logró sacar adelante a tres hijos, sin duda para ella un impulso importante fue su ex esposo, pues no la soltó de la mano durante el proceso y parte del crecimiento.
Las cosas no siempre fueron color de rosa entre ellos, pues después de muchos años juntos, las cosas se complicaron, y los problemas matrimoniales se hacían cada vez más grandes por lo que su única opción fue buscar un trabajo más fácil donde tuviera sus propios horarios.
“Mi primer cliente no fue fácil, tuve que estar drogada para hacerlo”, dijo entre dientes.

La cocaína, el alcohol, la marihuana, el tabaco, y más vicios la llevaron a alejarse de sus seres queridos, las calles se convirtieron poco a poco en su “casa”, o al menos en algo para refugiarse, y ella al conocer a tan pocas personas no tuvo más que continuar con ese trabajo.
“Dejar a mis hijos no fue sencillo, yo sabía que no estarían solos y mucho menos desamparados, su padre podría sacarlos adelante”, expuso un tanto melancólica.
Y así Pilar emprendió su viaje de regreso a México. Ella en su intento por no recaer buscó un trabajo en el aeropuerto de Canticas, zona aledaña de Coatzacoalcos, que le permitió concluir sus estudios como soldadora y la carrera en idiomas.
Pero este buen momento no le habría durado mucho, debido a que los vicios no tardaron en volver a hacerse presentes en su vida, “por los vicios perdí todo, familia, infinidad de oportunidades de trabajo, todo”.
Recordó que para no sentir el tiempo entre clientes y que todo terminara rápido se drogaba, a tal grado de llegar a su primer intento por quitarse la vida.
Relató que se lanzó desde un séptimo piso, pero lo único que logró fue herirse.

La depresión y soledad se habían convertido en sus amigas, y sin tener a quien pedirle ayuda a nadie ella sola logró zafarse.
“Los vicios te llevan abajo, tu solita entras, tu solita sales”, puntualizó.
Sin embargo, el tiempo le pasaría el precio de su factura, buscar un trabajo ordinario no ha sido sencillo para ella, la edad, y la experiencia son dos requisitos fundamentales con los que no cuenta.
Y nuevamente su única opción fue la prostitución, “con 55 años no te quieren dar trabajo”, destacó.


Cualquier persona pensaría que Pilar tiene un grupo con chicas que realizan el mismo trabajo que ella, no obstante, la realidad es que no, la sexoservidora siempre ha trabajado de manera independiente y sola. Afortunadamente ha sido una de pocas que han corrido con suerte al no toparse con situaciones críticas, o de peligro, pues procura analizar a su cliente antes de acceder al servicio.
Pasada la medianoche fría, lluviosa, calurosa o con un clima templado, cansada, desvelada y en ocasiones sin comer es como culmina la travesía de Pilar, y más allá del dinero obtenido por sus servicios, ya sea mucho o poco, es el de regresar con bien a su casa.
Y es la única persona que ve por su madre, es el sustento de una mujer de la tercera edad y que necesita de muchas atenciones.
“Ser prostituta no me da pena, la gente debería abrir su mente”, reiteró con aparente orgullo.

Para Pilar este tipo de actividad es un trabajo más que hay en la sociedad, como un mesero, albañil, taxista, obrero, entre otros oficios más, pero que lamentablemente ha sido denigrado y estigmatizado por un cierto grupo de personas que no ven que esto lo realiza como todos, en “busca del pan cada día”.

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